Los que no somos de Colima pero lo consideramos nuestro hogar, recordamos con gran emoción el momento en que pisamos estas tierras: la entrada a la ciudad , la vista de sus amplias avenidas limpias y sombreadas, el centro siempre ordenado , los jardines, el recibimiento de su gente cálida y amable, pero sobre todo, el maravilloso impacto que hizo en nosotros la exuberante vegetación, sus floridas primaveras, los tabachines y la infinidad de árboles que hacen que la ciudad viva como bajo un techo verde y fresco. Especial impacto nos producen las parotas, esos hermosos árboles de copa como una sombrilla y troncos robustos que nos dan la sensación de cobijo y frescura.
La parota es un árbol de la familia de las mimosas al que también se le conoce como Guanacastle. Llega a medir de 20 a 30 metros de altura con un diámetro en su tronco de hasta 3 metros. Lo que ocuparía una recámara de las nuevas casas de interés social. Su copa es más ancha que alta, lo que produce la maravillosa sombra de la que hablábamos. La parte interna del tronco es de color rosado y su madera es sumamente apreciada para hacer muebles y otros objetos. Se le considera como madera preciosa. La parota da frutos que consisten en unas vainas que contienen de 5 a 15 semillas de sabor dulce. Estos árboles maravillosos se encuentran desde México hasta Brasil en zonas costeras, crecen rápidamente, logrando aumentar hasta 10 centímetros en su tronco cada año.
Por desgracia debido a los varios productos que de él se obtienen se le ha sobreexplotado, sin que se haga la resiembra necesaria, hasta la fecha ningún organismo gubernamental se ha preocupado por proteger ésta especie que es símbolo de la región y tan admirada que han tomado prestado su refrescante nombre algunas asociaciones, lugares y expresiones culturales. Organismos no gubernamentales ya han alertado sobre el peligro que corre si no se toman las medidas necesarias para que no se ingrese a la lista de flora en peligro de extinción.
En Colima, tierra de parotas, se ve –desgraciadamente- cada vez con mayor frecuencia, como hermosas y centenarias parotas han sucumbido al embate de la civilización. Se talan sin miramientos para poder construir, ya que ocupan grandes espacios. También se talan porque sus raíces son muy fuertes y llegan a levantar banquetas, pavimentos, bardas y hasta pisos interiores de casas y por último porque al crecer van obstruyendo las vialidades.
Sin embargo las autoridades, antes de otorgar los permisos para su tala o derribamiento, y todos nosotros en general deberíamos ponernos a pensar en otras cuestiones de consideración: Cada parota constituye una gran fuente de oxígeno, sus raíces y follaje sirven para captar agua y alimentar los mantos acuíferos subterráneos, su sombra no solo nos es útil para cubrirnos del sol, sino que permite regular el clima. Es el hábitat de aves, mamíferos, insectos y otras plantas y hongos parásitos.
Últimamente se escucha por todas las partes el comentario y la queja de que cada año hace más calor y llueve menos, pues bien, la deforestación es una de las causas de este cambio climático. Cuando se cortan los árboles, nada puede retener el agua, lo que conduce a un clima más seco. La pérdida de árboles también causa erosión debido a que no hay raíces que retengan el suelo, y las partículas de suelo entonces son arrastradas hacia los lagos y ríos, matando los animales en el agua. La deforestación lleva a un incremento del dióxido de carbono (CO2) en el aire debido a que los árboles vivos almacenan dicho compuesto químico en sus fibras, pero cuando son cortados, el carbono es liberado de nuevo hacia la atmósfera. El CO2 es uno de los principales gases "invernadero", por lo que el corte de árboles contribuye al peligro del cambio climático.
Así pues cada parota que cae por acción del hombre perjudica al hombre mismo. Colima es un jardín, un verdadero edén, un paraíso, una región privilegiada a la que todos juntos debemos cuidar. La parota es entonces no solamente un símbolo de belleza y un regocijo para la mirada. La Parota es parte vital de nuestro estado, de cada uno de nosotros. Es una esperanza para la subsistencia del planeta y de la humanidad. No esperemos a ver a Colima sin parotas, no esperemos hasta lamentarnos por el calor, la sequía y la erosión del suelo. Es responsabilidad de todos cuidar el medio ambiente, preservar nuestra hermosa región para nuestros hijos y contribuir a la lucha contra el cambio climático. Es nuestro deber exigir a nuestras autoridades que se respete a los árboles y se cuide de la ecología en general. Veamos en cada parota a un amigo que nos brinda cientos de beneficios y nos acompaña con su belleza como un testigo de nuestra existencia. Colima es nuestro estado, unámonos para protegerlo y para verlo siempre verde.
PUBLICADO EN DIARIO DE COLIMA Suplemento Diario Mujer el 29 de junio de 2011
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