sábado, 18 de junio de 2011

HABLEMOS DE LAS GORDITAS

Buen día a todas y todos, antes que nada quiero agradecer sus mensajes y comentarios, es un placer estar en comunicación con los lectores. Hoy quise traer a estas páginas un tema de interés general y suma importancia: el del sobrepeso. 

Caminando por la calle Madero observé que en muchas boutiques y tiendas de ropa se está popularizando poner en exhibición  maniquíes de tallas grandes, pude ver incluso uno de éstos maniquíes sin “vestir” y observé que tienen hasta “llantitas”, mi primera impresión fue de gusto, “ya están pensando también en las mujeres de tallas extras” me dije, pero estas cavilaciones me llevaron al otro lado de la moneda. 

Me parece extraordinario el poder cambiar viejos estándares y modas fijadas por revistas, pasarelas y artistas, enfocadas desde hace más de 50 años a  privilegiar a las mujeres (y hombres) esbeltos, hasta el extremo de causar trastornos como la anorexia, no solo entre el público que trata de seguir esos cánones de belleza, sino también entre las mismas modelos y artistas que con tal de estar vigentes se han sometidos a dietas mortales, literalmente. 

Más o menos desde finales de los años sesentas el ideal de la figura femenina comenzó a cambiar, se comenzaron a ver modelos y actrices cada vez más delgadas, con pocas curvas, las minifaldas, los pantalones y los bikinis exigían tener una figura perfecta, en la televisión se popularizaron los programas de gimnasia, los consejos de dietas y ejercicios para verse “mejor”, todo esto conforme las décadas pasaron se incrementó, el clímax del problema fue el escándalo cuando en las pasarelas se comenzó a ver a chicas enfermas, pálidas, literalmente “en los huesos”, una serie de reportajes sacaron a la luz la vida de esas modelos , sus dietas y obsesiones por no subir ni un gramo, sus enfermedades, su tragedia. Todo esto  simultaneo al aumento en casos de anorexia nerviosa, este trastorno alimentario en el cual los afectados (la gran mayoría mujeres y adolescentes) sienten gran ansiedad ante la ingestión de alimentos, tienen una visión distorsionada de su cuerpo y llegan incluso a provocarse la muerte por los trastornos metabólicos que la falta de alimentos les ocasiona.  

Pero mucho antes de llegar al extremo que esta enfermedad representa, hay una enorme cantidad de mujeres y hombres que sufren todos los días por el sobrepeso, Ya que la obesidad representa un estigma social, puede sonarnos exagerado, pero ellas y ellos tienen problemas para encontrar empleo, pareja, ropa, actividades sociales y/o deportivas,  con el costo psicológico individual que esto acarrea ( disminución de autoimagen y autoeficacia, aumento de la ansiedad, disminución de la calidad de relaciones interpersonales y trastornos de ansiedad, depresión, conductas adictivas , y algunos finalmente desarrollan síntomas bulímicos y/o anoréxicos) respecto a la cuestión social, pocos trastornos son tan visibles a los demás como la obesidad, ni generan tanta ridiculización de sus víctimas y condena de parte de los demás. Los obesos típicamente responden con vergüenza, pena y culpa. 

A todo esto se suman los factores de salud y económicos, millones de pesos son gastados cada año para tratar de bajar de peso, productos mágicos, cremas adelgazantes, píldoras, bebidas, inyecciones, muchas de ellas de dudosa procedencia y con esa leyenda en letras pequeñas que reza “ el consumo de este producto es bajo la responsabilidad de quien lo usa y quien lo recomienda” que nos indica que alguien se está lavando las manos y curando en salud por daños que pudiera ocasionar ese producto y que generalmente si ocasiona. En cuanto a la salud, las personas con sobrepeso son más propensas a sufrir problemas cardiacos, cáncer, osteoartritis, cálculos biliares, diabetes, apnea del sueño, derrames cerebrales, coágulos de sangre e incontinencia entre otros. Los institutos de salud gastan millones de pesos cada año para tratar estas enfermedades derivadas de la obesidad y es ahora cuando surgen los programas para combatirla, con acciones como la prohibición de alimentos chatarra en escuelas, grupos de ejercicio, programas de control de peso y otras.

Pero queda, me parece, pendiente un asunto, ya entendemos que el sobrepeso es dañino para la salud, que nos produce serios trastornos físicos y psicológicos y problemas de índole personal y social. Vuelvo mis pasos a la avenida Madero, a esos maniquíes para exhibir ropa de tallas extras y me pregunto… ¿y el aspecto humano? Queda pendiente volvernos más tolerantes, aceptar a las personas y más aún aprender a verlas y valorarlas por sus cualidades más que por su apariencia. Queda pendiente apoyarlos en su necesidad de bajar de peso, sin presiones, sin humillaciones, sin burlas… nos queda pendiente enseñarle a nuestros hijos a no burlarse de sus compañeros, y evitar nosotros mismas comentarios como ”la gorda de la esquina”,  nos queda pendiente crecer como personas para comprender que las gorditas y los gorditos sienten y que necesitan de nuestro afecto para aceptarse y luchar contra su sobrepeso, por salud más que por presión social, nos queda pendiente entender que la  auto estima no debe, no debería –no debe- depender de  perder peso, sino que debemos ayudarles a aumentar su autoestima siempre, a valorar su muchas cualidades, porque el verdadero valor de una persona está en su mente y su corazón, no en su figura.


publicado en Diario Mujer de Diario Colima el 1 de junio de 2011

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