Cada veintiuno de marzo
yo tengo quince.
Se me emprisan los pasos
y encienden las mejillas,
y me da por hacerte poemas
y por aullarle a la luna.
Cada veintiuno de marzo
espero de nueva cuenta
el pitar del cartero,
y el matasellos,
de un beso tuyo en la distancia.
Y te vuelvo a querer
sin razón ni esperanza.
Cada veintiuno de marzo
con alas negras,
hago nidos en las ventanas,
y a vuelos cortos
bajo a las charcas,
bebiendo viento,
y haciendo con las hojas danza.
.
Y te vuelvo a querer
sin ayer ni mañana.
Cada veintiuno de marzo
sentidos y deseos,
frescos y breves,
presurosos, desbocados,
de alas, pieles y dientes
verdemente
primaverales.
Y soy tan joven
como somos, siempre.
Se me dibuja una canción
y escapa una sonrisa
soy la brisa y el sol
y una humedad de bocas
que se maduran en el limonero.
Y mudan plumas
para éste nuevo vuelo.
Publicado en el suplemento Diaro Mujer del Diario de Colima el día 30 de marzo
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